VIVO ACELERADO. CÓMO BAJO REVOLUCIONES

Suena el despertador y saltas de la cama para darte una ducha rápida. Te tomas un café a toda velocidad mientras contestas a los primeros mails del día. Coges el coche, te pones la radio y corres para llegar a tiempo a la reunión. Después de unas cuantas horas de trabajo paras para comerte un sándwich rápido frente al ordenador y continuar trabajando. Acaba la jornada un par de horas más tarde de lo que debería. De nuevo, coges el coche, llegas a casa, cenas, te vas a la cama y vuelta a empezar.

Vivimos en un mundo donde no hay descanso, donde todo es para ayer.

Trabajamos más de 8h diarias y luego gimnasio, cañas con los amigos, ducha cena y a dormir y así todos los días durante meses, durante años… 

Vivimos sin parar, sin pensar, sin aburrirnos. Queremos todo ya. No somos capaces ni de esperar a que un semáforo se ponga en verde para pasar… 

Nos hemos vuelto adictos a ver nuestras agendas llenas y cuanto más llenas mejor, si hay algún hueco libre la lleno.

No nos dedicamos tiempo para pensar en lo que nos está pasando, en el ahora, para ver que queremos, que nos ilusiona, que nos llena, que hace que sonriamos. 

El dicho “las prisas no son buenas” es tan básico y tan real… no son buenas para nada, no son buenas para tomar buenas decisiones, tampoco para cuidarnos ni para cuidar a los demás. No son buenas para trabajar y concentrarnos. No son buenas para llorar y sentir dolor, no son buenas para conducir, para tener relaciones sexuales, para pasear … pero tampoco son buenas para ilusionarnos, para disfrutar, para vivir tranquilos y en paz.

Somos impacientes. Y la impaciencia nos lleva a la intranquilidad y la intranquilidad a la ansiedad y llega un día que esa ansiedad de fondo se va transformando en tristeza y poco a poco esa tristeza en desesperanza y la desesperanza en depresión. 

Hagamos llamada a vivir sin prisa, a dejar de mirar continuamente el reloj y centrar la atención en lo que se hace en cada momento. Desde caminar por un parque a leer o comer.

¡Aprendamos a ir despacio! 

A disfrutar de los planes sin pensar si llego o no tarde al plan de después porque ese es tu único plan. 

Vamos a improvisar una tarde de sábado cualquiera… vamos a caminar sin rumbo sin hora sin prisas. 

Vamos a viajar en el tiempo y recorrer esos recuerdos tan bonitos en nuestra mente mirando al infinito, reviviendo cada risa, cada sabor, cada olor .. 

Vamos a andar despacio, muy despacio tanto que podamos observar lo que hay a nuestro alrededor que podamos pararnos en un escaparate, oler el café recién molido de una cafetería, escuchar al hombre que toca en la calle .. 

¿Cómo lo hago? 

Te propongo lo siguiente:

– Llega 15 minutos antes a los sitios y disfruta de ese tiempo sin prisas, paseando o mirando la carta del restaurante

– Empieza tu día con calma. Despiértate al menos una hora antes de irte de casa para darte tu tiempo para desperezarte, desayunar, ducharte y cambiarte y poder disfrutar de todo sin pensar que vas a llegar tarde. 

– En el finde con un par de planes por día es suficiente! Y el resto del tiempo? Lo que surja y si no surge nada me doy una vuelta, leo, me veo una peli o descanso en el sofá.

– No le robes horas al sueño. termina tu día y déjalo ir. 

– Renuncia a la perfección. No pasa nada si no llegas a todo, no pasa nada por decir: “No puedo”.

 

Compartir:

Entradas recientes