MADRES, PADRES, HIJOS Y MOCHILAS

Madres y padres del mundo. También hijos del mundo. Sí, este artículo es un poco para todos nosotros. Hablemos de ser padres, de lo que implica y quizá también la repercusión en el hijo. Adentrémonos en este fascinante y complejo mundo.

Ser padres

Parece algo bonito a priori. Lo pintan bien a priori. Que ilusión a priori. Pero que ardua tarea la de ser padres.

De pronto, cuando un ser diminuto llega al mundo, a tu vida, comienzas a vivir por y para el.  En este momento te encargas no solo de conducir tu vida, sino también la de tu hijo. Velar por ti y por tu hijo. Pensar en ti y en tu hijo. De pronto incluso quizá dejes de ser tu prioridad para dejar paso a los otros.

Y aun invirtiendo todas todas y absolutamente todas tus energías en la crianza de tus hijos, no siempre sale como a uno le gustaría. Quizá problemas en el cole, con amigos, adicciones… Que sé yo. Problemas y más problemas difíciles de gestionar.

Te preguntarás que qué has hecho mal. Cual fue el punto en el que fallaste. Ojalá poder volver atrás y reconducir esa crianza. Quizá te latigues, aparezca la culpa.

Es mi culpa ¿verdad?

En sesión aparecen padres que preguntan desde la desesperación ¿Cuál es el origen de que mi hijo esté mal? ¿Que he hecho? Es mi culpa ¿verdad?

Y esta es una de las vivencias que pueden tener madres o padres cuando no saben cómo ayudar a su hijo. Tienen miedo, dudas.

Pero viajemos al hijo, a tu yo niño, a ese ser pequeño y diminuto. Quizá entonces veías a tus padres como aquellas personas que podían con todo. Que lo solucionaban todo. Da igual si te pierdes con tus padres,  pues ellos, con su brújula de padres siempre encontrarán el camino. Estábamos totalmente a salvo. Lo que no nos llegábamos a imaginar de niños es que, BUALA, los padres son personas. Son humanos. Sienten, tal y como se percibe renglones más arriba.

Eres niña, algo va mal, pero no pasa nada, está tu madre, tu padre, tú confías en ellos, en que lo solucionen todo. Pero amigo, MUY probablemente ellos también estén muertos de miedos, dudas y temores. Quizá en ese yo hijo, no éramos capaces de verlo. Nuestros padres cogían sus mochilas de temores y continuaban en la andadura de la crianza.

Y sí, quizá estés pensando que tus padres no lo hicieron bien contigo. Quizá si eres padre estés pensando que tú tampoco lo has hecho tan bien.

Claro. Eres humano. Los padres son humanos. Los padres se equivocan. Llevan sus mochilas, sus vidas recorridas, sus heridas, su vulnerabilidad a cuestas. Ellos cargando con mochilas más o menos pesadas tienen que acompañar a los seres diminutos en sus caminos. A veces las mochilas son tan pesadas que el camino se hace arduo, duro. Incluso a veces se llega a caer.

Te confesaré que, aunque no hayan tomado las mejores decisiones como padres, SIEMPRE repito, SIEMPRE lo hacen desde donde pueden, desde donde saben, desde donde sus mochilas les permiten, desde donde les han enseñado. Pero SIEMRE un padre, una madre, trata de hacerlo lo mejor que puede. Si, repito, sé que a veces se comenten errores garrafales, quizá imperdonables. Quizá se hayan generado heridas profundas. Pero acuérdate de su mochila, de que ese padre también ha sido hijo, también tiene una vida.

Y te preguntarás,

¿tu mochila, tus temores y tu vida te condenan a cometer errores garrafales en tu andadura como padre?

Por suerte NO.

Se puede trabajar esa mochila. Descargar. Aprender nuevas maneras de relacionarte contigo, con tu pasado, con tus hijos. Nunca es tarde para mejorar.

El objetivo de esta lectura no es más que levantar el dedo castigador que a veces apunta a los padres como CULPABLES. Quizá llegar a entenderles un poco más. No, no se equivocan porque quieren. Lo hacen LO MEJOR QUE PUEDEN. El objetivo de esta lectura no es aprender a ser “un buen padre o una buena madre” pues ¿Quién dicta eso?

Actitudes para descargar vuestras mochilas de padres

Quizá haya actitudes muy muy sencillas que pueden mejorar la crianza de un hijo, y aquí te muestro unas pocas, para que las tengas, para que, quien sabe, puedas descargar algo tu mochila.

LAS EMOCIONES DESAGRADABLES SON VALIDAS. Estemos al lado de nuestros hijos cuando sientan tristeza, rabia, enfado, rechazo. Demos cabida a cualquier emoción, sin tratar de bloquear aquello que a los adultos nos duele, como es ver a un hijo llorar. Quizá ese pequeño o ese adulto, necesite llorar. Y SÍ, no solo es válido, sino que es tremendamente útil y además influye positivamente en la autoestima. Hagámosle saber que estamos disponibles si lo necesitan. Así que, Evitemos el “no llores que te pones feo” “que bien, Marco no tiene miedo a nada, que valiente” “no te enfades que no sirve para nada” pues sí, TODAS, repito TODAS las emociones son válidas.

EL AMOR ES INCONDICIONAL. Es decir, se da sin esperar nada a cambio. Por el mero hecho de amar. Evitemos el “ves cómo te quiere papá, que contento está papá cuando te portas bien” Le quieres se porte bien o se porte mal. El niño va quedándose con el “si me porto bien me quieren sino no”. Cuando el amor es condicional, tengo que ganármelo y eso queridos, daña. Queremos amores seguros, amores que falle o no falle, vayan a estar a mi lado. Así que nutrámoslo. Desde luego que, si algo se hace mal, se le hará saber al niño, pero no a costa de ganar o no ganar el amor de los padres.

REFORZAR LAS COSAS QUE VAN BIEN. los adultos nos ponemos exquisitos y pecamos del “para que le voy a alagar por esto si es lo que tiene que hacer” Ese “hacer lo que tiene que hacer”, al peque le supone un esfuerzo. Y, por tanto, si queremos que se repita hay que valorarlo. ¿Qué ocurre si no lo hacemos? Es probable que el niño deje de hacerlo. Pero es que también nos pasa a los adultos. ¿Qué ocurre cuando haces un plato rico y la gente te lo valora? ¿Es más probable que lo vuelvas a hacer verdad? Con los peques ocurre lo mismo. Si queremos potenciar un comportamiento, reforcemos, valoremos. Y no, el poner el foco en lo desagradable no va a traer cambios a largo plazo, así que probemos a cambiar de técnica.

Y podríamos enrollarnos y enrollarnos , pero vale por hoy. Solo me queda remarcar que:

Padres y madres del mundo, dejad los látigos, lo hacéis siempre lo mejor que podéis con vuestras mochilas. SIEMPRE. Hijos del mundo, vuestros padres os han tratado de guiar con su historia, con su camino recorrido.

Amor a los hijos, amor a raudales. Amores seguros. Eso siempre viene bien. El amor, el amor bueno, nunca está de más.

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