LA ETERNA INSATISFACCIÓN

“Llevo una época que no estoy contenta con nada, vivo en continua insatisfacción, lo que antes me hacía feliz ahora ya no lo hace y no puedo más”.

Así empezaba la sesión con «C» el pasado martes. Ya no se ríe cuando ve Modern Family, ya no disfruta con el sexo y en el trabajo no se siente realizada. Cuando consigue algo, cada vez quiere más y más y sus logros no hay tiempo para celebrarlos.

Muchos de vosotros os podéis sentir identificados con «C», yo misma muchas veces lo he sentido. Pero lo que mas me gusta de ella es que no se rinde y sigue buscando el estar bien, no contempla su vida sin su “chispa” como ella la llama. Esa parte de ella que le hace disfrutar de lo que le pasa, que le hace celebrar lo bueno y reflexionar sobre lo que no lo es tanto. Esa parte que le hace llorar de risa con sus amigas, que le hace comprarse un conjunto sexy para su marido un martes cualquiera sin ninguna razón, que le hace dejarse llevar…

La insatisfacción bien gestionada.

La insatisfacción bien gestionada nos lleva a conseguir más, a esforzarnos y a no conformarnos con lo que tenemos. Es el motor que nos mueve en muchos casos a seguir, que motiva una búsqueda y un encuentro con nuestro yo más profundo. Nos ayuda a ampliar la mirada y a buscar dentro de nosotros. Pero ojo cuando se convierte en algo crónico, los días pasan a ser meses e incluso años. Entonces tenemos que ver qué pasa ahí dentro. Asomarnos a esa pequeña ventana de nuestro interior y ver qué hay y qué podemos cambiar.

Nos hemos convertido en una sociedad que siempre quiere más. Una casa más grande, un mejor trabajo, un novio más detallista, etc. En una sociedad líquida y del consumo, que buscasatisfacer las necesidades materiales de forma inmediata. Si quiero algo lo tengo y si no me gusta lo cambio por algo mejor. Las relaciones están a golpe de match y ya no hay trabajos en los que estemos más de tres años. Buscamos en el consumo y en lo inmediato nuestra satisfacción y solo conseguimos abrazarnos a un inconformismo que se funde con una tristeza de fondo que no nos permite disfrutar de las cosas que realmente son importantes. 

La insatisfacción forma parte de nuestra vida y nos ayuda a descubrir qué es lo que necesitamos cambiar en nuestras vidas. Pero se vuelve dañina cuando prolongas la queja y el descontento, tiñes tu vida de ambición y te centras en el pasado o en el futuro en vez de en el momento presente. 

¿Pero de dónde viene mi insatisfacción?

Muchas veces queremos controlarlo todo, hacerlo todo bien como si solo dependiese de nosotros que las cosas saliesen como deben ser.

Volviendo al caso de «C»ella quiere tener todo bajo control, siente que cuando se le escapa algo es culpa suya… Ser la mejor madre, mujer y trabajadora muchas veces es un peso tan grande que ella sola no puede sostener. No se permite hacer las cosas mal, no se permite un error. Todo cuanto esté en sus manos tiene que salir bien. Su inflexibilidad ante quién es ella le hace caer en un descontento continuo que sumado a unas expectativas muy mal ajustadas hacen la combinación perfecta para esa profunda insatisfacción.

Espera que su vida sea perfecta como la de sus padres, comparándose continuamente con una irrealidad e idealización de lo que había sido su familia durante su niñez. “Mi madre era perfecta” “todo lo hacía bien” murió cuando ella tenía nueve años, pero nunca se olvidará de sus galletas recién hechas cada mañana, de cuando le ayudaba con los deberes o se iban al parque a jugar con sus hermanos, de su lucha contra una enfermedad terminal siempre con una sonrisa. «C» tiene a su madre como su ejemplo a seguir y ésto en muchas ocasiones le crea una profunda insatisfacción que le hace nunca llegar a ser tan buena y fuerte como ella, ni tan trabajadora, tan paciente, tan guapa… y así un largo etcétera. 

Sus expectativas sobre la vida que quiere tener están muy lejos de su realidad. Quiere tener una buena casa y no vivir de alquiler, quiere tener una chica que le ayude como tenía de niña, quiere llegar a un puesto de dirección, pero al mismo tiempo pasar tiempo con sus hijos. Son cosas que puede alcanzar y por supuesto yo le animo a ello, pero no en un periodo corto de tiempo ni posiblemente de una manera tan ideal como ella piensa. 

«C» ha dejado de conectar con ella, a ver que hay dentro de esa ventanita y abrazar como es. Ha dejado de conectar con los demás y eso le lleva de nuevo a esa insatisfacción porque tenemos que ser conscientes que conectar con nosotros nos lleva a poder conectar con los demás y no hay nada más satisfactorio que eso. 

Muchas veces no se trata de conseguir más sino de hacer diferente lo que ya hay.

Hay veces que caemos en la queja continua que nos lleva a reforzar el malestar y agravan nuestra insatisfacción. Estar continuamente girando en torno a lo que no me gusta, no quiero, no me satisface hace que volquemos nuestro foco de atención en eso exclusivamente y dejemos pasar muchas cosas bonitas a nuestro alrededor.

También podemos caer en la resignación. Resignarnos ante lo que no nos gusta bajo la excusa de una falsa aceptación, incrementa el sentimiento de insatisfacción.

La aceptación es una herramienta tremendamente poderosa pero muchas veces la confundimos con la resignación.

La resignación te invita a no hacer nada y por tanto a ver pasar la vida. En cambio, la aceptación nos anima a cambiar y a movernos por conseguir objetivos. La aceptación nos ayuda a recuperarnos, nos deja extraer conclusiones valiosas de nuestros errores, es una manera de darle sentido al malestar que sentimos en esas circunstancias. La aceptación nos ayuda a ver las cosas con perspectiva.

La resignación alimenta la pasividad, centrar su atención en lo malo, hace que el malestar nos desmotive y nos reste energías, quedándonos más expuestos a otros posibles riesgos.

La aceptación es el punto de partida para iniciar cualquier proceso de cambio. Es decir, para cambiar primero necesitamos aceptar lo que debe ser modificado. Si no reconocemos el problema difícilmente haremos algo para solucionarlo.

La comparación y la envidia son también dos características que alimentan la insatisfacción. Cuanto más te comparas, más insatisfecho estás.

Para terminar, solo quería hacer una pequeña reflexión que nos anime a todos a asomarnos a nuestra ventanita y preguntarnos que hay ahí. Que nos ayude a parar para seguir avanzando. Que nos ayude a aceptar y querer lo que tengo, que nos permita perdonarnos… Quiero que a partir de hoy nos paremos más, nos miremos más y sigamos caminando hacía donde realmente queremos. ¡Vamos a cuidarnos!

¡Vamos a dedicarnos tiempo para escucharnos para querernos y mimarnos, vamos a permitirnos más y castigarnos menos!

POSTS RELACIONADOS:

SOY LA ANSIEDAD Y TENGO UN MENSAJE PARA TI

Compartir:

Entradas recientes