APEGO ¿CÓMO ME RELACIONO?

¿Sabes qué es el apego? ¿Y si te explicamos que la manera en la que nos relacionamos con los demás está estrechamente relacionado con los vínculos que hemos establecido desde pequeños?

A esto se le denomina apego y hace referencia a la manera en la que interactuamos con las personas con las que tenemos una relación.

Su origen se encontraría en las relaciones de la infancia. Cuando nacemos, somos completamente vulnerables. Por eso dependemos de nuestras figuras de referencia, es decir, de nuestros cuidadores. Ellos nos deben de cubrir no solo las necesidades físicas básicas sino también nuestras necesidades emocionales de amor y comprensión. En base a estas primeras vivencias, se irá formando nuestro autocepto y en consecuencia nuestra manera de relacionarnos.

Comprender el tipo de apego que tenemos nos ayudará a saber por qué somos así y por qué nos relacionamos de esta manera.

Tipos de apego

Vamos a ir presentándote los diferentes tipos de apego mediante cuatro ejemplos diferentes. Conocerlos te ayudará a entenderte mejor y a explorar si eso está jugando un papel a día de hoy en tus relaciones.

Imagínate que está un niño en un parque jugando y al tirarse por el tobogán más alto se cae haciéndose daño en la pierna.

  • Caso 1. El padre/madre/cuidador se da cuenta de que se ha caído el niño y va hacia su lugar. De manera calmada le pregunta si se ha hecho daño, le limpia la herida y le dice que se pondrá bien. También le pregunta si se ha asustado y le da un abrazo. Le deja seguir jugando.
  • Caso 2. El padre/madre/cuidador se levanta corriendo hacia el niño y de manera desesperada le dice “¿cómo te has tirado por ahí? Casi me ha dado un infarto al verte en el suelo.” Le limpia la herida, le pone una tirita y le dice que se quede a su lado.
  • Caso 3. El padre/madre/cuidador no se da cuenta de que el niño se ha caído porque no le estaba prestando atención. Al escuchar los gritos, deja que sean los demás niños del parque los que le ayuden mientras lo supervisa en la distancia.
  • Caso 4. El padre/madre/cuidador ni siquiera está en el parque. El niño siempre suele estar solo y tiene la vivencia de sentirse “abandonado”. El cuidador es negligente y puede no darse cuenta en días de que su hijo se hizo daño.

Cada caso hace referencia a cuatro maneras diferentes de atender las necesidades del niño y eso irá construyendo el esquema que él tiene del mundo. Este esquema se formará dando respuesta a las tres preguntas siguientes: ¿soy merecedor de amor?, ¿los demás van a cubrir mis necesidades? y ¿el mundo es un lugar seguro?

Apego seguro

Ese niño será capaz de explorar su entorno y buscará protección y apoyo si tiene miedo. De mayor, aprenderá que tiene esa base segura para volver si lo necesita. A su vez será autónomo porque ha podido explorar su entorno con calma. En cuanto a las relaciones, tendrá capacidad para construir vínculos sanos puesto que entenderá que los demás son confiables y, si le tratan mal, sabrá poner límites y protegerse. En definitiva, cuenta con recursos para gestionar las emociones y desenvolverse de manera independiente y segura.

Apego ansioso

El segundo caso hace referencia al apego ansioso. Como se ha generado una visión del mundo peligrosa, no habré explorado el entorno y no habré podido generar independencia y confianza en el afrontamiento de conflictos. Es habitual que exista miedo al abandono ya que dependo de las figuras externas para sentirme seguro.

Por estas razones, es probable que no se haya construido una autoestima sólida y que haya tendencia a desarrollar relaciones de dependencia con los demás.

Apego evitativo

Las personas con estilo de apego evitativo mostrarán dificultad a la hora de expresar sus emociones puesto que, en el entorno en el que han sido criados, no cubrieron sus necesidades y no validaron sus propias emociones. Al haber crecido en un entorno donde se han sentido invisibles e invalidados, se han visto forzados a ser independientes. Puesto que las emociones les hacen sentir incómodos, no saben gestionar cuando las relaciones empiezan a tener un mayor grado de intimidad y huyen.

Apego desorganizado

Es el más problemático. Supondría el extremo contrario al del apego seguro. En este caso, los niños han vivido situaciones negligentes. Se generan consecuencias profundas en la personalidad y se presentan comportamientos inadecuados o contradictorios. De adultos, se sentirán desbordados a nivel emocional por la frustración e ira de no haber sido queridos. Suelen vivir relaciones conflictivas constantes.

¿Te has sentido identificado con alguno de los cuatro tipos de apego?

Te recordamos que el apego que hayamos tenido con nuestros padres o cuidadores no es inmodificable. Las relaciones de amistad, pareja o incluso las laborales pueden irlo moldeando. Es decir, es posible aprender a relacionarse de otra manera. Para ello, deberemos de ir identificando nuestro patrón, conociendo de dónde viene e irlo cambiando de manera consciente.

Si te está generando malestar, te animamos a trabajarlo en un proceso terapéutico. Estaremos encantadas de ayudarte.

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