POR FAVOR, QUÍTAME ESTA TRISTEZA

«Quítame esta tristeza»

Hay quien viene a terapia con el único objetivo de arrancarse la tristeza del cuerpo.

Así comienza Natalia su primer día en sesión. Y es que, igual que Natalia quiere rehuir su tristeza, la inmensa mayoría de nosotros tratamos de esquivarla a toda costa. Pena, tristeza, dolor, apatía, sufrimiento. Palabras, cuanto menos, desagradables. Quizá solo con leerlas ya estemos rehuyéndolas.

Normal, no molan nada. Son tremendamente desagradables.

QUÍTAME ESTA TRISTEZA. ¿A caso a alguien le gusta estar triste?

Te diré que a mí no.

Pero, ¿No te ha pasado alguna vez que has tratado a toda costa de huir de tu tristeza? Has pensado, quítame esta tristeza. Nos hemos llenado la agenda de actividades para “no pensar” para estar entretenidos y que la tristeza “no aparezca”. Hay quien “ahoga las penas en alcohol y noches de desenfreno” Otros tratamos de controlar la indomable tristeza bajo la comida o un buen festín.

Pero, ingenuos de nosotros, cuanto más tratamos de huir de la tristeza, esta regresa con más fuerza que nunca, como si de un boomerang se tratara, vuelve y nos golpea en la cara.

Pero, ¿por qué ésta huida de la tristeza?

Te diré que prácticamente hemos sido entrenados para ello. Desde niños hemos sido bombardeados por multitud de mensajes del tipo “no llores que te pones fe@” “Alegra esa cara, que lo vea yo” “deja ya de llorar” “Hay que ser fuerte”. A veces, incluso, de niños, hemos sido señalados y burlados bajo el dedo acusador de otros niños bajo frases como “mira como llora” y las posteriores risas de los compis.

Así que sí, la tristeza ha sido castigada, mal vista, indeseable. Por lo que a veces, cuando aparece pensamos quítame esta tristeza, tratamos de esconderla en el sótano, esquivarla o maquillarla con la mejor de nuestras sonrisas.

Pero como hemos dicho, esto no acaba de funcionar. La tristeza acaba volviendo, golpeándonos, se agranda, sigue ahí. Así que, si no podemos deshacernos de ella, si todas las tácticas llevadas a cabo hasta el momento no funcionan ¿Por qué no cambiamos de estrategia?

TE PROPONGO UN NUEVO MODO DE RELACIONARTE CON LA TRISTEZA.

Vamos a dar un giro, cambiar de dirección. A elaborar un plan opuesto al que veníamos llevando a cabo. En vez de pensar quítame esta tristeza, vamos a querer acercarnos a nuestra tristeza, a sacarla de sótano, vamos a dejar de huir. Pero antes de contarte cómo vamos a relacionarnos con ella, te contaré el por qué vamos a dejar que se acerque:

La tristeza, es como todas las emociones que se dan en nosotros, ÚTIL. Si no fuera útil, la tristeza no existiría. Vale, si, es desagradable, no nos vamos a engañar, pero es tremendamente útil.  ¿Raro verdad? Sé que aún no te he convencido, pero confía, ten paciencia y compruébalo por ti mismo. Y te estrás preguntando,

¿Cuál es la utilidad de la tristeza?

Veamos la tristeza como una especie de alarma. La tristeza se activa para avisarnos de una PÉRDIDA. Algo importante para nosotros, ha cambiado, ya no es como era, o quizá haya desaparecido. Por ejemplo, una amistad. La tristeza actúa como una alarma que te avisa de que EH, TIENES QUE DESCANSAR, REPONER ENERGÍA para volver a la vida sin eso que era importante para ti. Por ello cuando estamos tristes solo queremos meternos en la cama, ver Netflix y llorar. Justo aquí te está mandando el mensaje: Descansa. La vuelta a la vida con cambios, requiere de energía para poder afrontar lo que se viene.

Ahora que sabemos que la tristeza es útil, vamos a acercarnos a ella, tal y como hacemos con otras emociones más agradables como la estupenda alegría.

¿QUÉ PODEMOS HACER? ¿CÓMO NOS ACERCAMOS A NUESTRA TRISTEZA?

EL PASO INICIAL ES IDENTIFICARLA.

Parar, observarnos e identificar que estamos tristes. Sin esta identificación no sabremos qué hacer con ella, pues no habremos sido conscientes de su presencia.

NO JUZGARLA.

Recuerda, la tristeza no es buena ni mala, es una emoción y como tal, es útil. Ha aparecido por algo, así que recuerda, no huyas, de momento solo observarla en ti. Sin juzgarla.

EXPERIMENTARLA EN MÍ.

Llega la parte difícil. La tristeza está en mí y no puedo arrancármela. Así que vamos a sentirla, a EXPERIMENTARLA EN MÍ. Recuerda que huir de ella solo traerá consigo su regreso con mayor fuerza y velocidad. Estás triste, no lo maquilles, no lo entierres en tu sótano.

Trátate con AUTOCOMPASIÓN, tal y como harías cuando un amigo está sufriendo. Le abrazaríamos, le dejaríamos llorar a nuestro lado, daríamos cabida a su dolor… Hagamos lo mismo con nosotros mismos.

TOMA LAS RIENDAS.

Ahora, una vez que identificamos nuestra tristeza, que sabemos que está en nosotros, que nos tratamos con compasión ¿Qué hacemos? Llega el momento de tomar las riendas. Tú decides qué haces con tu tristeza. Tú decides hacia dónde quieres caminar. Experimentar la tristeza no implica dejarse arrastrar por la misma, sino todo lo contrario. La tristeza está en mí, pero no decide mi vida. Puedo estar triste y aún con esa tristeza decido salir con los amigos. ¿Es fácil? No. Pero tú has tomado el control, tú has decidido salir, aún con tu tristeza. La has observado y has decidido qué hacer con ella. Si no quedaras con tus amigos porque estás triste, entonces, la tristeza estaría tomando las riendas de tu vida. Estarías siendo dominado por la misma. Y no, no queremos eso.

Recuerda, tú decides lo que HACES con tu tristeza, pero nunca si esta aparece o no.

Después de esto, y sabiendo que la tristeza es útil y que podemos decidir qué hacer aun estando apenados ¿Estamos dispuestos a VIVIR con todas nuestras emociones?

Que no se nos olvide: Tan vivo estás cuando sufres, como cuando estás bien.

Compartir:

Entradas recientes