NO TE LO TOMES TAN A PECHO

Es normal que en alguna ocasión, un cometario u opinión nos haya hecho sentirnos incómodos y nos hayamos replanteado nuestro criterio. El juicio de un jefe, el consejo de un amigo, el parecer de nuestra pareja… A todos nos ha pasado. Pero, ¿Cuándo resulta ser un problema?.

El sentimiento que genera la desaprobación, el estar siendo corregido, el no tener una misma opinión… es adaptativo y funcional. Nos ayuda a crecer, a enriquecernos, a mejorar nuestra flexibilidad y fortalecer nuestra seguridad al aprender a defender nuestro juicio, pero a su vez también aceptar el juicio del otro.

Entonces la mala gestión emocional en este aspecto, aparece cuando ese sentimiento deja de ser adaptativo y nos afecta generando malestar, sentimiento de incomprensión, de inferioridad, rechazo hacia esa persona…

Al tomarnos los comentarios como algo personal, tendemos a cargarnos con el peso de la culpa, la vergüenza… («qué tonto, no tenía que haber dicho eso», «menuda tontería he dicho…»). Desencadena que invalidemos nuestra propia opinión, restamos valor a nuestro juicio y progresivamente vamos perdiendo seguridad y autoestima.

Pero además, puede darse la posibilidad de que la molestia que nos ha generado esa persona nos haga poner una «lupa» en ella, de tal manera que cada vez que esa persona haga o diga cualquier cosa, lo vamos a ver desde un filtro negativo que además magnifica. Esto trae consigo falsas creencias acerca de esa persona que nos anima a alejarnos, siendo una pescadilla que se muerde la cola:

Me molesta, como me molesta me alejo y cuanto más me alejo más distante y menos a gusto me siento… elaboro falsas creencias que me hacen volver a evaluar desde un filtro negativo y volvemos a empezar.

Podemos ver, que cuando nos tomamos las cosas como algo personal entran en juego dos variables: la seguridad y autoestima, y la forma de procesar los distintos puntos de vista.

¿Qué podemos hacer para trabajar en ello?

• Trabaja la seguridad en ti mismo y autoestima. En terapia o con pequeñas acciones realizadas por y para ti sin dejar que nos paralice el «qué pensarán», «a lo mejor les molesta», «igual me dicen…»
• Considera y contextualiza quién emite esa opinión. ¿Te conoce bien? ¿Esa persona se comporta así con más gente? ¿Es su forma habitual de actuar?
• No asumas esa respuesta como algo real sin procesarla. Intenta no inferir una conclusión o un juicio de valor de forma inmediata.
• Si te sientes afectado tras el comentario en cuestión y con una carga emocional intensa, aplaza la respuesta. Es posible que nos encontremos en un momento en el que no somos capaces de actuar de manera objetiva y de un modo que nos sintamos cómodos a posteriori.
• Indaga si algo en ese juicio, es un detonante para ti. Es decir, si afecta a alguna parte interna de nosotros mismos que debamos trabajar (inseguridad, complejo, trauma, práctica en alguna tarea…)
• Las opiniones, al igual que los pensamientos, no son hechos. Por tanto, no podemos controlarlos. Pero si podemos controlar qué hacemos con ello y cómo actuamos en consecuencia.

Por tanto interioricemos que, los puntos de vista distintos siempre van a generar algo en nosotros y con pequeñas acciones podemos guiarlo hacia el crecimiento, el avance y lo funcional. Pero también debemos darle importancia a bucear en las emociones que se desencadenan y conectar con ellas para saber qué necesidad insatisfecha las está provocando y poder así trabajar en ella.