TODOS AVANZAN MENOS YO

En consulta escuchamos este comentario prácticamente a diario. La percepción de no avanzar es relativamente habitual. La gran mayoría hemos pasado temporadas en las que tenemos la sensación de habernos quedado atascados, de no conseguir lo que habíamos pensado que ya habríamos conseguido para entonces, de ver cómo los demás van dando pasos que yo veo muy lejanos en mí. En otras palabras, no estás loco ni tienes un problema. Es parte del proceso, ni permanecemos siempre estáticos ni en continuo cambio.

No estas loco, ni tienes un problema

No obstante, esta sensación puede ser muy molesta y a veces no se gestiona de manera adecuada. Cuando esto ocurre, solemos entrar en un bucle de negatividad del que a veces es difícil salir. A esto le podemos sumar que no sólo está nuestra presión por avanzar sino la de nuestro alrededor. Por un lado está la presión social, como lo que se espera de nosotros. Y por otro lado, nuestra comparación con iguales que se encuentran en una etapa vital distinta. Y al final nuestro entorno, de manera consciente o no, nos recuerda que no tenemos o no hemos conseguido aquello que nos gustaría.

¿A qué nos puede llevar esto? apatía, desmotivación, indefensión, comparaciones continuas, bajo estado de ánimo, pérdida de autoestima… un montón de cambios en nuestras emociones, pensamientos y conducta, debidos a una mala gestión, que nos atrapan en un círculo vicioso.

¿Qué podemos hacer? ¿Cómo podemos gestionar mejor estas épocas?:

1. Para empezar, viene bien contextualizar qué es aquello que deberíamos haber conseguido y por qué. Nos podemos hacer preguntas como:

  • ¿Qué es realmente avanzar para mí?
  • ¿No avanzo según qué o quién?
  • ¿Tengo miedo a avanzar? ¿Me está bloqueando algo?
  • ¿Son mis objetivos o los que creo que tengo que alcanzar?

Estas cuestiones nos van a ayudar a ver si estamos actuando en base a unas expectativas poco realistas, rígidas o impuestas de manera inconsciente.

2. Conecta con el presente. Si tenemos la mirada y nuestro foco únicamente en todo aquello que queremos conseguir en un futuro, perdemos de vista el camino hacia llegar a él. Nos olvidamos del proceso y de los pasitos que tenemos que recorrer hasta llegar a aquello que deseamos.

3. Evalúa tus áreas vitales. Nos puede ayudar plantearnos:

  • ¿Cómo me encuentro en cada una de ellas?
  • ¿Las potencio y cuido?
  • ¿Qué me faltaría para sentirlas más completas?

4. Acepta este momento vital. Vívelo sin juzgarte y sin rechazo. Plantea cambios que te hagan vivirlo de una manera distinta, como probar distintos tipos de ocio, buscar hobbies nuevos, retomar actividades que habías dejado… y aprende a vivir sin ese objetivo aún insatisfecho, enfocando tu vida hacia aquello que quieres lograr.

5. Define tus objetivos. La aceptación que comentamos no es lo mismo que frustrarse o resignarse, podemos enfocarlo como un punto de partida en el que hemos identificado aquello que nos genera insatisfacción y malestar.

Tres preguntas clave a la hora de plantearnos esos objetivos son:

  • ¿Qué quiero?
  • ¿Qué distancia hay entre ese objetivo y mi momento actual?
  • ¿En qué pasos puedo dividir ese camino para acercarme a él?

Nos van a ayudar a cumplir tres requisitos imprescindibles de los propósitos: que sean específicos, alcanzables/realistas y flexibles.

6. ¿Hay miedos que nos impidan avanzar? Como miedo al fracaso, a ser juzgado, al ridículo, a decepcionar… es importante identificarlo para conocer si es parte del motivo de nuestro bloqueo.

Y recuerda que todo aquello que sientes, es válido, aunque no lo entiendas, sea frustrante, estés peleando para no sentirlo…eso que llevas dentro es por algo y tiene un mensaje para tí.

Compartir:

Entradas recientes